INDICE
1. LA SANTÍSIMA TRINIDAD: MISTERIO CENTRAL DE NUESTRA FE Y FUENTE DE TODOS LOS OTROS MISTERIOS DE LA FE.
2. LA UNIDAD E INSEPARABILIDAD DE DIOS. VIVIR UNIDOS A DIOS Y SER INSEPARABLES DE EL.
A. La Unidad. La Unidad Suprema es la consumación de voluntades.
B. La inseparabilidad o indivisibilidad. Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad.
3. TRES PERSONAS DISTINTAS.
EL ‘AMOR’ Y LA ‘DIVINA VOLUNTAD’ EN LA SANTISIMA TRINIDAD.
A. Toda la Vida Divina es Amor, pero el Divino Querer domina, rige y ordena todo.
B. La “Divina Voluntad” es como el alma de la Santísima Trinidad, dando vida a sus atributos: El Padre la potencia, el Hijo la sabiduría y el Espíritu Santo el Amor. Igualmente, Dios quiere que “Su Voluntad” sea como el alma de nuestro cuerpo.
C. Las diferencias entre la Divina Voluntad y el Amor.
La “vida” y el “alimento” de Dios.
El Amor es el hijo predilecto, el primogénito inseparable de la Divina Voluntad.
D. La “Divina Voluntad” es vida de la Santísima Trinidad, el “Amor” es alimento.
Dios quiere ser amado y de nuestro amor se sirve para alimentarse.
4. RELACIONES ENTRE LAS TRES DIVINAS PERSONAS. DIOS ES AMOR: PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO.
A. El verdadero Amor jamás está solo. "Dios es único pero no solitario".
B. Toda la Vida Divina, se puede decir, recibe vida del Amor. C. Las relaciones entre las tres personas de la Santísima Trinidad son relaciones de Amor, y son el modelo del Amor verdadero.
5. ¿COMO PODEMOS FORMAR LA TRINIDAD EN NUESTRAS ALMAS?
A. La verdadera transformación de la criatura en Jesús se logra en la Divina Voluntad y el Amor.
B. Hacer todo junto a Jesús.
C. Obrar junto a Jesús con confianza.
D. ¿Sabes cuál es la mira de Dios sobre ti, y el estado que quiere de ti?
Al vivir del Divino Querer se llega a obrar como Dios y participa en el Amor recíproco de las tres personas de la Santísima Trinidad.
E. La unión con Jesús forma la Trinidad en el alma.
6. "EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO." EFECTOS DE LA BENDICIÓN DE JESÚS.
A. Cuando Jesús quiere dar, pide. Efectos de la bendición de Jesús.
B. Significado de la bendición y de la señal de la cruz.
ANEXOS. • Extractos del Libro de Cielo por orden cronológico. • Numerales del Catecismo por orden numérico. • Proverbios 8,22 y sgte
INTRODUCCION. Dios quiere darnos a conocer no solo sus obras, sino sobre todo quiere darse a conocer a Si Mismo. El misterio de la Divina Voluntad está estrechamente relacionado con el misterio de la Santísima Trinidad, y es necesario conocer este último para entender el primero.
¿Quién es la Santísima Trinidad?
Este es el supremo misterio de nuestra fe. Utilizamos un lenguaje analógico, que nos permita profundizar en su misterio inmanente.
Brevemente, la Trinidad es Una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas. Si bien en las Escrituras no aparece ni una sola vez el término Trinidad, Dios, ciertamente, ha dejado huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento. En el nuevo testamento dice: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2Co 13,13; 1Co 12,4-6; Ef. 4,4-6). Esta es una de las primeras formulaciones del misterio trinitario, recogido en el saludo, en la liturgia Eucarística, en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. De alguna manera expresa como “la verdad revelada de la santa Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del Bautismo” (Catecismo, Numeral 249). Y este dogma se ha expresado de diversas formas a lo largo de los siglos a través de distintos Concilios: “El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo es lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza”. Numeral 256: A los catecúmenos de Constantinopla, san Gregorio Nacianceno, llamado también "el Teólogo", confía este resumen de la fe trinitaria: «Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero [...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo... (Orationes, 40,41: PG 36,417).
La Santísima Trinidad no es un concepto teórico, abstracto, en términos lejanos e incomprensibles, carente de influencia en el quehacer cotidiano, diario. Por el contrario, es una realidad personal que opera en cada uno de nosotros y en la Iglesia, en la historia de ayer, de hoy y de mañana. Y ¿por qué? Porque la gran comunicación “ad extra” que se da en la Santísima Trinidad, no es más que el reflejo de la comunión “ad intra” de esas personas. Pero sobre todo, la Santísima Trinidad quiere comunicar al hombre su VIDA DIVINA. Profundizaremos los conceptos básicos de la Trinidad: quiénes son las tres personas divinas, su unidad, su inseparabilidad, entre otras cosas, para que nuestra vida sea anuncio de lo que el Padre, por medio del Hijo, en el Espíritu, realiza con su amor, su bondad y su belleza. Este es el objetivo de esta lección, a la luz del Catecismo y de los escritos de Luisa Piccarreta. “…para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el Cuál están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”. Colosenses 2: 2, 3.
FIAT
1. LA SANTISIMA TRINIDAD: MISTERIO CENTRAL DE NUESTRA FE Y FUENTE DE TODOS LOS OTROS MISTERIOS DE LA FE. Numeral 234: “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47). ¿Cuál es la sustancia (esencia o naturaleza) de Dios? Estos términos son utilizados para designar al ser divino en su unidad. Para designar independientemente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo se usa el término “persona” o “hipóstasis”. Y para designar el hecho de que la distinción entre ellos reside en la referencia de cada uno con los otros, se utiliza el término “relación“. “Espíritu” y “Santo” son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas (Catecismo Numeral 691). “Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad” (Jn 4, 24). • Dios es Espíritu purísimo. Jesús nos dice: “Esto significa que no hay ninguna materia en Mí, sino que todo es purísimo espíritu, y si en mi Humanidad asumida tomé la materia, fue para semejarme en todo al hombre y darle un ejemplar perfectísimo de cómo espiritualizar esta misma materia.” Para imitar a Jesús, ¿qué debemos hacer?: “Entonces el alma debe espiritualizar todo y llegar a volverse invisible para poder hacer fácilmente una su voluntad con mi Voluntad, porque lo que es invisible puede ser absorbido en otro objeto. De dos objetos con los que se quiere formar uno solo, es necesario que uno pierda la propia forma, de otra manera jamás se llegaría a formar un solo ser”. (Vol. 3. 21 de mayo 1900). • Dios es también un Espíritu simplísimo (Vol. 6. 17 de diciembre 1903), y sólo porque es simplísimo “se encuentra por todas partes y nada puede huir de su mano”. (Vol. 7. 31 de julio 1906). Jesús también nos explica que en la Redención formó el mundo espiritual: “En la Creación formé el mundo material, y en la Redención formé el mundo espiritual.” (Vol. 4. 9 de febrero 1903). • Y Dios es Espíritu comunicativo: Las tres potencias del alma son “los vínculos de comunicación con las Divinas Personas de la Trinidad Sacrosanta”, como caminos para subir a Dios, como puertas para entrar, como habitaciones para formar la continua morada, la criatura a Dios y Dios a la criatura. (Vol. 19. 12 de agosto 1926). Sobre el SER de Dios, nos dice el Catecismo: Numeral 266: "La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS , 75). Sobre el OBRAR de Dios nos dice el Catecismo: Numeral 236: “(…) Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar (…)”. Numeral 267: “Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.” Las tres personas existentes dentro de la Divinidad son eternamente iguales en esencia y existencia (no inferior una a la otra), pero distintas entre sí. A cada Persona de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, se le atribuyen operaciones, atributos y misiones que le son propios, pero todas las cosas las hacen siempre 'en acuerdo' y 'en concierto'. Pablo afirma la co-existencia y la co-operación dentro de la divinidad: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” (1 Corintios 12, 4-6).
2. LA UNIDAD E INSEPARABILIDAD DE DIOS. VIVIR UNIDOS A DIOS Y SER INSEPARABLES DE EL. Numeral 253:
“La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten (no se dividen) la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). A. La Unidad. La Unidad Suprema es la consumación de voluntades. La unidad de Voluntades de las tres Divinas Personas es lo que forma un solo Dios. Esta unidad de voluntades es lo que llamamos: “Divina Voluntad” “. Sobre Su Divina Voluntad, Jesús nos dice: “El origen de mi Voluntad es eterno, jamás entró el dolor en Ella; entre las Divinas Personas esta Voluntad estaba en suma concordia, es más, era una sola; en cada acto que emitía fuera, tanto ad intra cuanto ad extra, nos daba infinitas alegrías, nuevos contentos, felicidad inmensa, y cuando quisimos poner fuera la máquina de la Creación, ¿cuánta gloria, cuántas armonías y honor no nos dio? En cuanto brotó el Fiat, este Fiat difundió nuestra Belleza, nuestra Luz, nuestra Potencia, el orden, la armonía, el Amor, la Santidad, todo, y Nosotros quedamos glorificados por las mismas virtudes nuestras, viendo por medio de nuestro Fiat el florecimiento de nuestra Divinidad reflejada en todo el universo. Nuestro Querer no se detuvo, henchido de amor como estaba quiso crear al hombre. “(Vol. 16. 24 de noviembre 1923).
La Divina Voluntad es el centro y la vida, la rectora de todo. Jesús nos enseña: “Hija mía, Mi Voluntad en el Cielo contenía al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; una era la Voluntad de las Tres Divinas Personas, mientras eran distintas entre Ellas, pero la Voluntad era una, y esta, siendo la única que obraba en Nosotros formaba toda nuestra felicidad, nuestra igualdad de Amor, de Potencia, de Belleza, etc.
Si en vez de una Voluntad fueran tres Voluntades, no podríamos ser felices, mucho menos volver felices a los demás; habríamos sido desiguales en la Potencia, en la Sabiduría, en la Santidad, etc., así que nuestra única Voluntad, obrante en Nosotros, es todo nuestro bien, del cual brotan tantos mares de felicidad, que ninguno puede penetrar hasta el fondo. (Vol. 15. 24 de enero 1923).
La Unidad de los “quereres”, que también llama uniformidad en la Voluntad, forma la perfección de las Tres Divinas Personas: “Hija mía, la unión de nuestros quereres es tanta, que no se distingue cuál sea el querer del Uno y cual el del Otro; y esta unión de Voluntad, que forma toda la perfección de las Tres Divinas Personas, porque como somos uniformes en la Voluntad, esta uniformidad lleva uniformidad de Santidad, de Sabiduría, de Belleza, de Potencia, de Amor y de todo lo demás de nuestro Ser, así que nos vemos como en un espejo recíprocamente Uno en el Otro, y es tanta nuestra complacencia al mirarnos, que nos vuelve plenamente felices. Entonces Uno reverbera en el Otro, y cada cualidad de nuestro Ser, como tantos mares inmensos diferentes en sus gozos, uno descarga en el otro, por eso, si alguna cosa fuera disímil entre Nosotros, nuestro Ser no podría ser ni perfecto ni plenamente feliz. (Vol. 11. 8 de febrero 1915).
Luisa nos dice: “Para poderme explicar mejor según nuestro lenguaje humano, diré que (…) ¿Qué cosa es el sol? No es otra cosa que un globo de fuego; uno es el globo, pero muchos son los rayos, de modo que entonces podemos comprender fácilmente: 1° El globo es Dios; los rayos, los inmensos atributos de Dios. 2°. El sol es fuego, pero al mismo tiempo es luz y es calor, así que la Santísima Trinidad está representada en el sol: El fuego es el Padre, la luz es el Hijo, el calor es el Espíritu Santo, pero uno es el sol; y así como no se puede dividir el fuego de la luz y del calor, así una es la Potencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que entre Ellos no se pueden realmente separar. Y así como el fuego en el mismo instante produce la luz y el calor, así que no se puede concebir el fuego sin concebirse también la luz y el calor, así no se puede concebir al Padre antes del Hijo y del Espíritu Santo y así recíprocamente, tienen los Tres el mismo principio eterno. (Vol. 2. Febrero 28, 1899). Más adelante, continuando con la analogía del sol, Jesús nos dice: “Lo que quiero es que tú estés siempre unida conmigo, como un rayo de sol que está siempre fijo en el centro del sol y que de él recibe la vida, el calor y el esplendor. Supón tú que un rayo se pudiera separar del centro del sol, ¿en qué se convertiría? En cuanto saliera perdería la vida, la luz y el calor y volvería a las tinieblas reduciéndose a la nada. Tal es el alma, mientras está unida conmigo, en mi centro, se puede decir que es como un rayo de sol que vive y recibe luz del sol, camina donde él quiere, en suma, está en todo a disposición y a la voluntad del sol; si después se distrae de Mí, se desune, queda toda en tinieblas, fría, y no siente en sí aquel impulso supremo de Vida Divina.” (Vol. 4. 9 de enero 1901. Jesús la quiere unida a Él como un rayo al sol, del cual recibe la vida, el calor y el esplendor). Así como las tres Divinas Personas son Uno, forman una UNIDAD, Dios quiere que nosotros seamos UNO con Él y con las demás criaturas. Lo contrario de la unidad es desunión. A imagen de la Santísima Trinidad, Dios quiere que UNA sea Su Voluntad con la de la criatura. La consumación en la unidad de voluntades, forma la “unidad suprema“. Pero si no hay consumación en la unidad de voluntades, sino sólo resignación, entonces hay una “unidad baja”. Jesús nos enseña cómo llegar a la unidad suprema y la diferencia de la unidad baja: Jesús nos dice: “Hija mía, la “unidad suprema” es cuando el alma llega a tal estrechez de unión con mi Voluntad, que consume cualquier sombra de su querer, de modo que no se discierne más cuál sea mi Querer y cuál el suyo. Así que mi Querer es la vida de esta alma, de manera que cualquier cosa que dispongo tanto sobre ella como sobre los demás, en todo está contenta, cualquier cosa le parece conveniente para ella, la muerte, la vida, la cruz, la pobreza, etc., las mira todas como cosas suyas y que sirven para mantener su vida. Llega a tanto, que aun los castigos no la asustan más, sino que en todo está contenta del Querer Divino, tanto que le parece que si Yo lo quiero ella lo quiere, y si ella lo quiere el Señor lo hace, Yo hago lo que quiere ella, y ella hace lo que quiero Yo. Éste es el último punto de la consumación de tu voluntad en la mía, -que tantas veces te he pedido, y que la obediencia y la caridad hacia el prójimo no te lo han permitido, tanto, que muchas veces Yo he cedido ante ti en no castigar, pero tú no has cedido a Mí, por eso estoy obligado a esconderme de ti, para estar libre cuando la Justicia me forza y los hombres llegan a provocarme para tomar el flagelo en mi mano para castigar a la gente-. Si te tuviera conmigo, con mi Voluntad en el acto de flagelar, tal vez habría disminuido el flagelo, porque no hay potencia mayor ni en el Cielo ni en la tierra, que un alma que en todo y por todo está consumada en mi Voluntad; ésta llega a debilitarme y me desarma como le place. Esta es la “unidad suprema”. Además está la “unidad baja”, en la cual el alma está resignada, sí, pero no ve mis disposiciones como cosa suya, como vida suya, ni se hace feliz en ella, ni pierde su voluntad en la mía. A ésta la veo, sí, pero no llega a enamorarme, ni llego a enloquecer por ella como lo hago con aquellas de la “unidad suprema”. (Vol. 9. 1 de noviembre 1910). “La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida conmigo, es si está unida con todos los prójimos. Así como ninguna nota discordante y entremezclada debe existir con aquellos que están visibles en la tierra, así ninguna nota discordante de desunión puede existir con el invisible Dios.” (Vol. 6. 10 de octubre 1905. La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida con Jesús, es si está unida con todos los prójimos). Jesús dice: “El vivir en nuestro Querer es unidad, tanto, que si la criatura ama, Dios está a la cabeza de su amor, así que el amor del uno y de la otra es uno solo; si piensa, Dios está a la cabeza de su pensamiento; si habla, Dios es principio de su palabra; si la criatura obra, Dios es el primer actor y obrador de sus obras; si camina, Dios se pone a la cabeza de sus pasos. Por eso el vivir en mi Voluntad no es otra cosa que la vida de la criatura en Dios, y la de Dios en ella (Vol. 35. 15 de agosto de 1937).
B. La inseparabilidad o indivisibilidad. Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad. Además de ser uno solo, las tres Personas son inseparables. Veamos cómo se manifiesta esta inseparabilidad:
• En la primera hora de la Novena de la Navidad, Luisa contempla el misterio Trinitario : “En una hora me ponía con el pensamiento en el paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad: Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello. Mi mente se confundía tanto al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres, y en la ingratitud de estos, especialmente la mía, que en esto me habría quedado no una hora sino todo el día“(Vol. 1).
• Jesús le dice a Luisa: “¡Cómo eres bella! Tú eres mi candorosa paloma, mi amada morada, mi templo vivo, en el cual unido con el Padre y el Espíritu Santo me complazco en deleitarme. ” (Vol. 2. 9 de septiembre 1899).
• También en el sufrimiento Jesús le dice a Luisa: “Me complazco tanto en el modo con el que tú sufres, que no sólo Yo, sino que llamo al Padre y al Espíritu Santo a complacerse conmigo.” (Vol. 3. 26 de noviembre 1899).
• Luisa le dice a otra alma: “La medicina más provechosa y eficaz en las circunstancias más tristes de la vida es la resignación. Tú con desesperarte, en vez de tomar la medicina estás tomando el veneno para matar tu alma. ¿No sabes tú que el remedio más oportuno para todos los males, la cosa principal que nos hace nobles, nos diviniza y nos asemeja a Nuestro Señor y tiene virtud de convertir en dulzura las mismas amarguras es la resignación?
¿Qué cosa fue la Vida de Jesús sobre la tierra sino un continuar el Querer del Padre, y mientras estaba en la tierra estaba unido con el Padre en el Cielo? Así el alma resignada, mientras vive en la tierra, el alma y su voluntad está unida con Dios en el Cielo. ¿Se puede dar cosa más querida y deseable que ésta?” (Vol. 4. 31 de octubre 1900).
• Sobre el nacimiento del Niño Jesús, Luisa nos dice: “Me parecía que tanto la Madre como el Hijo estaban cambiados en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía en sí la Divinidad y le servía como de velo para cubrir a la Divinidad, de modo que abriendo el velo de la naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios: Dios y hombre, hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros y toma carne humana, porque el verdadero amor no se desune jamás. ” (Vol. 4. 25 de diciembre 1900).
• Ante los lamentos de Luisa por la privación de Jesús, Él le dice: “También Yo en el curso de mi Pasión sentí un extremo abandono, si bien mi Voluntad estuvo siempre unida con el Padre y con el Espíritu Santo; esto lo quise sufrir para divinizar en todo la cruz, tanto, que contemplándome a Mí y contemplando la cruz encontrarás el mismo esplendor, las mismas enseñanzas y el mismo espejo en el cual podrías reflejarte continuamente, sin diferencia entre uno y otro.” (Vol. 4. 19 de abril 1901). •
En otro momento, Jesús habla de la Inmaculada Concepción de María:
“Debes saber que junto conmigo descendieron el Padre y el Espíritu Santo; mientras Yo quedé con Ellos en el Cielo, Ellos descendieron conmigo a la tierra. Somos inseparables y aunque Nosotros mismos lo quisiéramos, no podemos separarnos, a lo más nos bilocamos, y mientras tenemos nuestro trono en el Cielo, formamos nuestro trono en la tierra, pero separarnos jamás.”(Vol. 36. 25 de diciembre 1938). Así como las tres Divinas Personas son inseparables, Dios quiere que nosotros seamos inseparables de Él. Lo contrario de “inseparable” es “separado”. Jesús nos dice: “Hija mía, ¿quieres saber de dónde comenzó el mal en el hombre? El principio es que el hombre en cuanto se conoce a sí mismo, o sea, empieza a adquirir el uso de la razón, se dice a sí mismo: ‘Yo soy algo’, y creyéndose alguna cosa se separa de Mí, no se fía de Mí que soy el Todo y toda la confianza y fuerza la toma de él mismo, y de esto sucede que pierde hasta todo buen principio, y perdiendo el buen principio, ¿cuál será su fin? Imagínalo tú misma hija mía.” (Vol. 4. 16 de julio 1901). Jesús nos enseña cómo ser Hijos del Padre, nos enseña sus maneras, sus modos, cómo Él se comporta siendo Hijo con Su Padre. Nos enseña a ser “el reflejo y el retrato perfecto del Padre”. Jesús nos explica: ”Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad, no hacer nada por sí mismo, porque delante al Divino Querer se siente incapaz de todo, no pide órdenes ni las recibe, porque se siente incapaz de ir solo y dice: “Si quieres que haga, hagamos juntos, y si quieres que vaya, vayamos juntos.” Así que hace todo lo que hace el Padre: Si el Padre piensa, hace suyos los pensamientos del Padre y no hace ni un pensamiento de más de los que hace el Padre; si el Padre mira, si habla, si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra con las manos del Padre, camina con los pies del Padre, sufre las mismas penas del Padre y ama con el amor del Padre; vive no fuera sino dentro del Padre, así que es el reflejo y el retrato perfecto del Padre; lo que no es para quien vive solamente resignado. A este hijo es imposible encontrarlo sin el Padre, ni al Padre sin él, y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como entretejido con el interior del Padre, transformado, perdido todo, todo en Dios. ¡Oh, los vuelos rápidos y sublimes de este hijo en el Querer Divino! Este Querer Divino es inmenso, a cada instante circula en todos, da vida y ordena todo, y el alma espaciándose en esta inmensidad vuela hacia todos, ayuda a todos, ama a todos, pero como ayuda y ama el mismo Jesús, lo que no puede hacer quien vive sólo resignado, así que a quien vive en el Divino Querer le es imposible hacer por sí sólo; es más, siente náusea de su obrar humano, aunque sea santo, porque en el Divino Querer las cosas, aún las más pequeñas, toman otro aspecto, adquieren nobleza, esplendor, santidad divina, potencia y belleza divinas, se multiplican al infinito y en un instante hace todo y después que ha hecho todo dice: “No he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y este es todo mi contento, que miserable cual soy, Jesús me ha dado el honor de tenerme en el Divino Querer para hacerme hacer lo que ha hecho Él.” Así que el enemigo no puede molestar a esta hija haciéndola dudar en si ha hecho bien o mal, poco o mucho, porque todo lo ha hecho Jesús y ella junto con Jesús. Ésta es la más pacífica, no está sujeta a ansiedades, no ama a ninguno y ama a todos, pero divinamente, se puede decir: “Es la repetidora de la Vida de Jesús, el órgano de su voz, el latido de su corazón, el mar de sus gracias.” (Vol. 12. 14 de agosto 1917).
Cuando Luisa recibe la obediencia de su confesor de no recibir al Señor cuando se le manifestaba, para hacer entender Su Voluntad, Jesús le dice al confesor: “Esto es imposible, a mis almas las tengo tan sumergidas en Mí, que formamos una misma sustancia, tanto que no se discierne más la una de la otra, y así como cuando dos sustancias se unen, una se transmite en la otra, y después, aunque se quiera separarlas resulta inútil aun el pensarlo, así es imposible que mis almas puedan estar separadas de Mí.” (Vol. 2. 1 de septiembre 1899).
3. TRES PERSONAS DISTINTAS. EL ‘AMOR’ Y LA ‘DIVINA VOLUNTAD’ EN LA SANTISIMA TRINIDAD. Numeral 254: “Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. (…) Son distintos entre sí por sus relaciones de origen:
"El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede."
(Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804).
La Unidad divina es Trina. Sobre estas relaciones de origen, Jesús nos dice: • “Mi Padre Celestial me generó virgen en su seno con el germen virginal de su Fecundidad eterna, sin obra de mujer, y en este mismo germen procedió el Espíritu Santo”. (Vol. 15. 14 de abril 1923).
• Estos actos son eternos: “Nuestro Ente Supremo tiene siempre en acto continuo todas sus obras, para Nosotros el pasado y el futuro no existen, así que el Padre Celestial genera continuamente a su Hijo y entre el Padre y el Hijo procede el Espíritu Santo; esto es vida en Nosotros y es como el latido y el respiro que forma nuestra Vida: “Generar y proceder continuamente.” (Vol. 35. 23 de agosto 1937). A. Toda la Vida Divina es Amor, pero el Divino Querer domina, rige y ordena todo.
Jesús nos dice: “Yo soy todo Amor, soy como una fuente que no contiene otra cosa que amor, y todo lo que podría entrar en esta fuente pierde sus cualidades y se vuelve amor, así que en Mí la Justicia, la Sabiduría, la Bondad, la Fortaleza, etc., no son otra cosa que Amor, ¿pero quién dirige esta fuente, este Amor y todo lo demás? ¡Mi Querer! Mi Querer domina, rige, ordena, así que todas mis cualidades llevan el sello de mi Querer, la Vida de mi Voluntad, y donde encuentran mi Querer hacen fiesta, se besan mutuamente; donde no, enfadadas se retiran.
Ahora hija mía, quien se deja dominar por mi Voluntad y vive en mi Querer, hace vida en mi misma fuente, siendo casi inseparable de Mí, y todo en él se cambia en amor, así que amor son los pensamientos, amor la palabra, el latido, la acción, el paso, todo; para él es siempre día; pero si se separa de mi Voluntad, para él es siempre noche y todo lo humano, las miserias, las pasiones, las debilidades, salen en campo y hacen su trabajo, pero qué clase de trabajo, trabajo para llorar.”
(Vol. 12. 9 de julio 1918. Quien vive en el Divino Querer hace vida en la fuente de Amor de Jesús).
B. La Divina Voluntad es como el alma de la Santísima Trinidad, dando vida a sus atributos:
el Padre, la potencia;
el Hijo, la sabiduría
y el Espíritu Santo, el amor.
Igualmente, Dios quiere que ‘su voluntad’ sea como el alma de nuestro cuerpo. Luisa nos dice: “Me parecía ver el misterio de la Santísima Trinidad, y el hombre formado con las tres potencias a imagen de Ella; comprendía también que quien estaba en aquella luz, su voluntad quedaba transformada en el Padre, la inteligencia en el Hijo y la memoria en el Espíritu Santo. ¡Cuántas cosas comprendía, pero no sé manifestarlo! ” (Vol. 3. 9 de mayo 1900).
Jesús nos dice: “Tú debes saber que mi Voluntad debe ser como alma al cuerpo; mira, también en Nosotros sucede esto, entre las Tres Divinas Personas, (1) nuestro Amor es grande, infinito, eterno, pero si no tuviéramos una Voluntad que anima y da vida a este Amor, nuestro Amor estaría sin vida, sin obras; (2) nuestra Sabiduría llega a lo increíble, (3) nuestro Poder puede pulverizar todo en un minuto, y en otro minuto puede rehacerlo todo; pero si no tuviéramos una Voluntad que quisiera manifestar la maestría de nuestra Sabiduría, como la manifestó en la Creación, en la cual todo ordenó y armonizó junto, y con su Poder le dio su lugar, en tal modo que no puede apartarse ni un tantito, tanto mi Sabiduría como mi Poder habrían estado sin hacer nada, y así de todos nuestros demás atributos. Ahora, así lo quiero, que mi Voluntad sea como alma al cuerpo; el cuerpo sin el alma está sin vida, a pesar de que contiene todos los sentidos, pero no ve, ni habla, ni siente, ni obra, es casi una cosa inservible y tal vez aún insoportable, pero si está animado, ¿cuántas cosas no puede hacer?
Y ¡oh! cuántos se vuelven inservibles e insoportables porque no están animados por mi Voluntad, parecen como instalaciones eléctricas sin luz, como máquinas sin movimiento, cubiertas de herrumbre y de polvo y casi impotentes al movimiento, ¡ah, cómo dan piedad! Entonces, cada cosa que no está animada por mi Voluntad es una vida de santidad que viene a faltar, por eso quiero ser en ti como alma al cuerpo, y mi Voluntad hará nuevas sorpresas de creaciones, da nueva vida a mi Amor, nuevas obras y maestría de mi Sabiduría, y da nuevo movimiento a mi Poder.
Por eso sé atenta y déjame hacer, a fin de que cumpla mi gran designio: Que la criatura sea animada por mi Voluntad.” (Vol. 13. 27 de octubre 1921).
C. Las diferencias entre la Divina Voluntad y el Amor.
La “vida” y el “alimento” de Dios. El Amor es el hijo predilecto, el primogénito inseparable de la Divina Voluntad. “Mi Voluntad es vida, mi Amor es alimento. La vida no puede estar sin el alimento, y si existiese el alimento sin la vida que lo toma, se volvería inútil, y Dios cosas inútiles no sabe hacer. La vida hace surgir el alimento, así que la una y el otro se vuelven necesarios. La vida no puede formarse, ni crecer, ni desarrollar sus obras grandes sin alimentarse; el alimento quedaría sin obras, sin dar de sí en cosas maravillosas si no tuviese una vida que lo recibe.
Además de esto, mi Voluntad es luz, el Amor es calor, inseparables entre ellos, no puede estar la luz sin el calor, ni el calor sin la luz, parece que sean gemelos, nacidos en un parto; sin embargo, la primera en nacer es la luz y después surge el calor, así que el calor es hijo de la luz.
Así mi Voluntad tiene su acto primero, el Amor es su hijo predilecto, su primogénito inseparable. Si mi Voluntad no quiere, no se mueve, no quiere obrar, entonces el Amor se está escondido dentro de su Mamá sin hacer nada; en cambio, si mi Voluntad quiere obrar, el Amor corre, vuela, es todo ojo, movimiento, obras y pasos, sin cansarse jamás.
Así también en la criatura, si se hace mover por mi Voluntad tendrá verdadero amor, será firme, constante e irremovible en el bien; pero si no está animada por Ella, su amor será un amor pintado, sin vida, inconstante; pobre amor, donde no está la Vida de mi Voluntad, el bien, las obras que hará estarán expuestas al frío intenso, a las heladas nocturnas, al sol ardiente, los cuales tienen virtud de quemar y hacer secar las obras más bellas. Mira entonces hija mía la diferencia entre mi Voluntad y el Amor, no puede nacer el hijo sin la madre, por eso lo que más te debe importar es el poseer su Vida si no quieres ser estéril en el bien, sin generación, para poder poblar Cielo y tierra.” (Vol. 36. 24 de julio 1938).
D. La Divina Voluntad es vida de la Santísima Trinidad, el Amor es alimento. Dios quiere ser amado y de nuestro amor se sirve para alimentarse. En el Cielo sólo viviremos eternamente de la Divina Voluntad y del Amor de Dios.
La Fe y la Esperanza no serán necesarias porque veremos y poseeremos a Dios.
Jesús nos dice: “Vivir en nuestro Querer, ser amados, es todo para Nosotros, mucho más que el Amor de Nosotros mismos forma nuestro alimento continuo. Mi Padre Celestial genera sin cesar jamás a su Hijo, porque ama; con el generarme forma el alimento para alimentarnos. Yo, su Hijo, amo con su mismo Amor y procede el Espíritu Santo, con esto formamos otro alimento para alimentarnos. Si creamos la Creación fue porque amamos, y si la sostenemos con nuestro acto creante y conservante, es porque amamos; este Amor nos sirve de alimento. Si queremos que la criatura nos conozca en nuestras obras y en Nosotros mismos, es porque queremos ser amados, y de este amor nos servimos para alimentarnos. No despreciamos jamás el amor, con tal que sea amor, nos sirve, es cosa nuestra, nuestro Amor se sacia con el ser amado, y habiendo hecho todo por amor, queremos que Cielo y tierra, todas las criaturas, sean para Nosotros todo amor, y si no son todo amor entra el dolor, que nos hace llegar al delirio, porque amamos y no somos amados” (Vol. 36. 18 de diciembre 1938).
4. RELACIONES ENTRE LAS TRES DIVINAS PERSONAS. DIOS ES AMOR: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO.
La palabra RELACIÓN, en lenguaje trinitario significa la ordenación de una persona a las otras, o la eterna comunión entre los divinos tres.
Hay cuatro relaciones: paternidad, filiación, y procedencia (espiración activa y espiración pasiva): La relación que va del Padre al Hijo, que es la paternidad. La relación que va de Hijo al Padre, que es la filiación. La relación que va del Padre y del Hijo al Espíritu Santo, que es la inspiración activa. Y la relación que va del Espíritu Santo al Padre y al Hijo que es la inspiración pasiva. Numeral 255: “Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331).
Al inicio (No. 1, pág. 2) habíamos dicho que Dios es Espíritu purísimo, simplísimo y comunicativo. En este hermosísimo pasaje, la misma Santísima Trinidad le dice a Luisa que Su esencia o naturaleza es Amor purísimo, simplísimo y comunicativo: “Me parecía que los Tres me decían, pero al salir la palabra formaba una sola voz: “Nuestra naturaleza está formada de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo, y la naturaleza del verdadero Amor tiene como propiedad especial producir de sí mismo imágenes todas semejantes en la Potencia, en la Bondad, en la belleza y en todo lo que él contiene, y sólo para dar un realce más sublime a nuestra omnipotencia pone la marca de la distinción; de modo que esta nuestra naturaleza, derritiéndose en amor, como es simple, sin ninguna materia que pudiera impedir la unión, de ella forma Tres y volviéndose a derretir forma Uno solo. Y es tan cierto que la naturaleza del verdadero Amor tiene esto de producir imágenes todas similares a sí, o de asumir la imagen de quien se ama, que la segunda Persona al redimir al género humano asumió la naturaleza y la imagen del hombre, y comunicó al hombre la Divinidad.” (Vol. 4. 3 de diciembre 1900. La naturaleza de la Santísima Trinidad está formada de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo.)
A. El verdadero Amor jamás está solo. "Dios es único pero no solitario". El Numeral 254 dice: “Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71).
Luisa nos dice: “Después de haber sufrido un poco, como veía al padre (sacerdote) presente, el Señor ha dicho: “Amada mía, he aquí el símbolo de la Sacrosanta Trinidad: Yo, el padre y tú. Mi Amor desde ‘ab eterno’ jamás ha estado solo, sino siempre unido en perfecta y recíproca unión con las Divinas Personas, porque el verdadero amor jamás está solo, sino que produce otros amores y goza el ser amado por los amores que él mismo ha producido, y si está solo, o no es de la naturaleza del Amor divino, o bien está solo aparentemente. Si supieras cuanto me complazco y me gusta poder continuar en las criaturas aquel Amor que desde ‘ab eterno’ reinaba y reina todavía ahora en la Santísima Trinidad. He aquí el por qué digo que quiero el consentimiento de la intención del confesor unido conmigo, para poder continuar más perfectamente este Amor que simboliza a la Trinidad Sacrosanta.” (Vol. 4. 23 de octubre 1900).
B. Toda la Vida Divina, se puede decir, recibe vida del Amor. Jesús nos dice: “Hija mía, toda la Vida Divina, se puede decir que recibe vida del amor: El amor la hace generar, el amor la hace producir, el amor la hace crear, el amor la hace conservar y da continua vida a todas sus operaciones, así que si no tuviera amor, no obraría y no tendría vida.
Ahora, las criaturas no son otra cosa que chispas salidas del gran fuego de Amor, Dios, y su vida recibe vida y actitud de obrar de esta chispa, así que también la vida humana recibe vida del amor; pero no todos se sirven de ella para amar, para obrar lo bello, lo bueno, para todo su obrar, sino que transformando esta chispa la usan: Quien para amarse a sí mismo, quien a las criaturas, quien a las riquezas, y quien hasta a las bestias, todo esto con sumo desagrado de su Creador, que habiendo hecho salir estas chispas de su gran fuego, anhela recibirlas todas de nuevo en Sí, pero más engrandecidas, como otras tantas imágenes de su Vida Divina. Pocos son aquellos que corresponden a la imitación de su Creador.” (Vol. 7. 15 de junio 1906).
C. Las relaciones entre las tres personas de la Santísima Trinidad son relaciones de AMOR, y son el modelo del Amor verdadero. Jesús nos dice:
• “El verdadero amor, cuando es perfecto, comienza por sí mismo, el verdadero modelo es la Trinidad Sacrosanta: Mi Padre Celestial se amó a Sí mismo, y en su Amor Generó a su Hijo, cuando se amó a Sí mismo en el Hijo. Yo, su Hijo, me amé a Mí mismo en el Padre, y de este Amor procedió el Espíritu Santo. En este amarse a Sí mismo, el Padre Celestial generó un solo Amor, una sola Potencia y Santidad, y así de todo lo demás, y vinculó la unión inseparable de las Tres Divinas Personas.” (Vol. 35. 19 de octubre 1937). • Y, “mi Padre Celestial me Generó en el amor, y a quien me ama y no deja escapar nada de nuestro Amor, me lo siento conmigo en acto de darme y recibir amor continuo.” (Vol. 35. 10 de abril 1938). • También nos dice: “Mi Padre Celestial me generaba, y Yo lo amaba, y en aquél Amor te amaba también a ti, porque mi Voluntad te llevaba siempre presente. Yo Genero continuamente, y del arrebato e ímpetu de nuestro Amor de Padre e Hijo procedió el Espíritu Santo, y en aquel arrebato te amé también a ti con Amor continuo.” (Vol. 36. 18 de julio 1938).
La unión que distingue y une al Padre y al Hijo, es una unión de don total y de recepción total mutua: Hay un don total de parte del Padre porque se ama a Si mismo en el Hijo y de recepción total de parte del Hijo. Pero este movimiento también ocurre al contrario: El Padre recibe totalmente al Hijo, y el Hijo se da totalmente al Padre porque se ama a sí mismo en el Padre. El Espíritu Santo es la Persona que procede de esa entrega total y mutua entre el Padre y el Hijo, dándose totalmente a ambos y recibiendo totalmente de ambos. Y nosotros debemos amar a nuestros semejantes de la misma manera que aman las Personas de la Santísima Trinidad. A través de la historia el mandamiento de AMAR A DIOS Y AL PROJIMO ha sido expresión del AMOR TRINITARIO que se ha ido perfeccionando y divinizando.
5. ¿COMO PODEMOS FORMAR LA TRINIDAD EN NUESTRAS ALMAS?
A. La verdadera transformación de la criatura en Jesús se logra en la Divina Voluntad y el Amor. Jesús nos dice: “No puede haber verdadero Amor si no recibe vida, alimento de mi Voluntad, así que mi Voluntad unida al amor es la que forma la verdadera transformación conmigo, pues el alma está en continuo contacto con mi Potencia, con mi Santidad y con todo lo que Yo soy, así que puede decir que es otro Yo. Todo es precioso, todo es santidad para aquella alma; se puede decir que su respiro, el contacto con la tierra que pisa es precioso, es santo, porque no son otra cosa que efectos de mi Querer.” (Vol. 11. 28 de agosto 1912).
B. Hacer todo junto a Jesús. Jesús nos dice: “Viéndote muchas veces que no sabes hacer bien lo que haces, Yo estoy esperando que me llames y me digas: ‘Quiero hacer esta cosa y no sé hacerla, ven Tú a hacerla junto conmigo y todo sabré hacer bien.’
Por ejemplo: ‘Quiero amar, ven junto conmigo a amar; quiero rezar, ven Tú a rezar junto conmigo; quiero hacer este sacrificio, ven Tú a darme tu fuerza pues yo me siento débil.’ Y así de todo lo demás, y Yo con mucho gusto, con sumo placer mío me prestaría a todo.” (Vol. 11. 20 de agosto 1912).
C. Obrar junto a Jesús con confianza. Jesús nos dice: “En mi Voluntad están todos los bienes posibles, y el alma que vive en Ella es necesario que esté con confianza obrando junto conmigo como dueña. Todo esperan las criaturas de esta alma, y si no lo tienen se sienten defraudadas, ¿y cómo puede dar si no está con toda confianza obrando junto conmigo? Por eso al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria la confianza para dar, la simplicidad para comunicarse a todos, con el desinterés de sí para poder vivir toda para Mí y para el prójimo. Tal soy Yo.” (Vol. 11. 20 de agosto 1913). D. ¿Sabes cuál es la mira de Dios sobre ti, y el estado que quiere de ti? Al vivir del Divino Querer se llega a obrar como Dios y participa en el Amor recíproco de las tres personas de la Santísima Trinidad. Jesús nos dice : “La mira que tengo sobre ti no es de cosas prodigiosas, y de tantas otras cosas que podría obrar en ti para mostrar mi obra, sino que mi mira es absorberte en mi Voluntad y hacerte una sola cosa con Ella, y hacer de ti un ejemplar perfecto de uniformidad de tu querer con el mío. Este es el estado más sublime, es el prodigio más grande, es el milagro de los milagros lo que de ti quiero hacer. Hija mía, para llegar perfectamente a hacer uno nuestro querer, el alma debe volverse invisible, debe imitarme a Mí, que mientras lleno el mundo con tenerlo absorbido en Mí y con no quedar absorbido en él, me vuelvo invisible y de ninguno me dejo ver. Esto significa que no hay ninguna materia en Mí, sino que todo es purísimo espíritu, y si en mi Humanidad asumida tomé la materia, fue para semejarme en todo al hombre y darle un ejemplar perfectísimo de cómo espiritualizar esta misma materia. Entonces el alma debe espiritualizar todo y llegar a volverse invisible para poder hacer fácilmente una su voluntad con mi Voluntad, porque lo que es invisible puede ser absorbido en otro objeto. De dos objetos con los que se quiere formar uno solo, es necesario que uno pierda la propia forma, de otra manera jamás se llegaría a formar un solo ser. ¡Qué fortuna sería la tuya si destruyéndote a ti misma, hasta hacerte invisible, pudieras recibir una forma toda divina! Es más, tú con quedar absorbida en Mí y Yo en ti, formando un solo ser, vendrías a retener en ti la fuente divina, y como mi Voluntad contiene todo el bien que puede existir, vendrías a retener todos los bienes, todos los dones, todas las gracias, y no tendrías que buscarlos en otra parte sino en ti misma. Y si las virtudes no tienen confines, estando en mi Voluntad según la criatura pueda llegar, encontrará su término, porque mi Voluntad hace llegar a adquirir las virtudes más heroicas y más sublimes que la criatura por sí sola no puede superar. Es tanta la altura de la perfección del alma deshecha en mi Querer, que llega a obrar como Dios, y esto no es de asombrar, porque como no vive más su voluntad en ella, sino la Voluntad de Dios mismo, cesa todo asombro si viviendo con esta Voluntad posee la Potencia, la Sabiduría, la Santidad y todas las otras virtudes que contiene el mismo Dios. Basta decirte, para hacer que tú te enamores y cooperes cuanto puedas por parte tuya para llegar a tanto, que el alma que llega a vivir sólo de mi Querer es reina de todas las reinas y su trono es tan alto, que llega hasta el trono del Eterno, y entra en los secretos de la Augustísima Trinidad y participa en el amor recíproco del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Oh, cómo todos los ángeles y santos la honran, los hombres la admiran y los demonios la temen, descubriendo en ella al Ser Divino!” (Vol. 3. 21 de mayo 1900). E. La unión con Jesús forma la Trinidad en el alma. Jesús nos dice: “Cuando tú otras veces meditabas y tantas bellas reflexiones surgían en tu mente, tú no hacías otra cosa que tomar de Mí parte de mis cualidades y de mis virtudes; ahora, habiéndote quedado sólo el poder unirte y ensimismarte a Mí, tomas de Mí todo, y no siendo buena para nada conmigo eres buena para todo, porque conmigo quieres el bien de todos, y sólo con el desear, el querer el bien, produce en el alma una fortaleza que la hace crecer y la fija en la Vida Divina. Además, con unirse y ensimismarse conmigo, se une con mi mente y así tantas vidas de pensamientos santos produce en las mentes de las criaturas; conforme se une con mis ojos, así produce en las criaturas tantas vidas de miradas santas; así si se une con mi boca dará vida a las palabras, si se une a mi corazón, a mis deseos, a mis manos, a mis pasos, así a cada latido dará una vida, vida a los deseos, a las acciones, a los pasos, pero vidas santas, porque conteniendo en Mí la potencia creadora, junto conmigo el alma crea y hace lo que hago Yo. Ahora, esta unión conmigo, parte por parte, mente por mente, corazón por corazón, etc., produce en ti, en grado más alto, la Vida de mi Voluntad y de mi Amor, y en esta Voluntad viene formado el Padre, en el Amor el Espíritu Santo, y del obrar, de las palabras, de las obras, de los pensamientos y de todo lo demás que puede salir de esta Voluntad y de este Amor viene formado el Hijo, y he aquí la Trinidad en las almas, así que si debemos obrar, es indiferente obrar en la Trinidad en el Cielo o en la Trinidad de las almas en la tierra. He aquí el por qué voy quitándote todo lo demás, si bien cosas buenas y santas: Para poderte dar lo más bueno y lo más santo, que soy Yo mismo, y poder hacer de ti otro Yo mismo, en cuanto a criatura es posible. Creo que no te lamentarás más, ¿no es verdad?” (Vol. 11. 12 de junio 1913). 6. "EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO." Numeral 232: Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt28, 19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium christianorum in Trinitate consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad") (San Cesáreo de Arlés, Expositio symboli [sermo 9]: CCL 103, 48). Numeral 233: Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en "los nombres" de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. A. Cuando Jesús quiere dar, pide. Efectos de la bendición de Jesús. Luisa nos dice: “Estaba pensando cuando mi Jesús, para dar principio a su dolorosa Pasión quiso ir con su Mamá a pedirle su bendición, y el bendito Jesús me ha dicho: “Hija mía, cuántas cosas dice este misterio, Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido; mi Mamá me comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella. Pero esto no es todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí cielo y tierra. Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura, al igual que cuando mi Fiat Omnipotente creó el sol, y este sol sin disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales, así mi palabra creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. Pero esto no es todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación, quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la Potencia, quise bendecirla a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarle la Sabiduría y el Amor, y así renovar la memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de todo. Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos. ¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero desafortunadamente no escuchada: ‘Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte, te bendigo para hacerte santo.’ Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo. Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los Sacramentos y en otras ocasiones da su bendición.” (Vol. 12. 28 de noviembre 1920). B. Significado de la bendición y de la señal de la cruz. Luisa dice: “Buscaba ayuda de todos para que hicieran regresar a Jesús, pero Él no venía, y yo seguía mi giro en su adorable Voluntad y siguiendo sus actos que hizo estando sobre esta tierra, me he detenido cuando Jesús bendecía a los niños, bendecía a su Mamá Celestial, bendecía a las turbas y demás, y yo rogaba a Jesús que bendijera a esta su pequeña hija que tanto tenía necesidad de esta bendición, y Él, moviéndose en mi interior y alzando su brazo en acto de bendecirme me ha dicho: “Hija mía, te bendigo de corazón en el alma y en el cuerpo, mi bendición sea la confirmación de nuestra semejanza en ti, ella te confirma lo que la Divinidad hizo en la creación del hombre, esto es, nuestra semejanza, por eso tú debes saber que en el curso de mi Vida mortal, en cada cosa que Yo hacía bendecía siempre, era el primer acto de la Creación que Yo llamaba nuevamente sobre las criaturas, y para confirmarlo, bendiciendo invocaba al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo. Los mismos Sacramentos están animados por estas bendiciones e invocaciones, así que mientras ésta llama la semejanza del Creador en las almas, llama junto la Vida de mi Divina Voluntad, para que regrese como en el principio de la Creación a reinar en las almas, porque sólo Ella tiene virtud de pintar en ellas, a lo vivo, la semejanza de Aquél que las ha creado, de hacerlas crecer y conservarlas con los vivos colores divinos. Mira entonces qué significa bendición: ‘Confirmación de nuestra obra creadora, porque la obra que Nosotros hacemos una vez, está tan llena de sabiduría, de sublimidad y belleza, que amamos el repetirla siempre.’ Y si nuestra bendición no es otra cosa que el suspiro de nuestro corazón de ver reintegrada nuestra imagen en las criaturas, y la repetición nuestra confirma lo que queremos hacer; la señal de la cruz que la Iglesia enseña a los fieles, no es otra cosa que impetrar por parte de las criaturas nuestra semejanza, y por eso haciendo eco a nuestra bendición repite: ‘En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.’ Así que sin conocerlo, la Iglesia con todos los fieles armonizan con el Eterno Creador y quieren la misma cosa; Dios con bendecir y pronunciar las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo quiere dar su semejanza, las criaturas la impetran con el hacerse la señal de la cruz pronunciando las misma palabras.” (Vol. 24. 29 de julio 1928). EXTRACTOS DEL LIBRO DE CIELO POR ORDEN CRONOLOGICO Vol. 1.
• En la primera hora de la Novena de la Navidad, Luisa contempla el misterio Trinitario : “En una hora me ponía con el pensamiento en el paraíso y me imaginaba a la Santísima Trinidad: Al Padre que mandaba al Hijo a la tierra, al Hijo que prontamente obedecía al Querer del Padre, y al Espíritu Santo que consentía en ello. Mi mente se confundía tanto al contemplar un misterio tan grande, un amor tan recíproco, tan igual, tan fuerte entre Ellos y hacia los hombres, y en la ingratitud de estos, especialmente la mía, que en esto me habría quedado no una hora sino todo el día“(Vol. 1). Vol. 2.
• Cuando Luisa recibe la obediencia de su confesor de no recibir al Señor cuando se le manifestaba, para hacer entender Su Voluntad, Jesús le dice al confesor: “Esto es imposible, a mis almas las tengo tan sumergidas en Mí, que formamos una misma sustancia, tanto que no se discierne más la una de la otra, y así como cuando dos sustancias se unen, una se transmite en la otra, y después, aunque se quiera separarlas resulta inútil aun el pensarlo, así es imposible que mis almas puedan estar separadas de Mí.” (Vol. 2. 1 de septiembre 1899). • Jesús le dice a Luisa: “¡Cómo eres bella! Tú eres mi candorosa paloma, mi amada morada, mi templo vivo, en el cual unido con el Padre y el Espíritu Santo me complazco en deleitarme. ” (Vol. 2. 9 de septiembre 1899). Vol. 3. •
También en el sufrimiento Jesús le dice a Luisa: “Me complazco tanto en el modo con el que tú sufres, que no sólo Yo, sino que llamo al Padre y al Espíritu Santo a complacerse conmigo.” (Vol. 3. 26 de noviembre 1899). • Luisa nos dice: “Me parecía ver el misterio de la Santísima Trinidad, y el hombre formado con las tres potencias a imagen de Ella; comprendía también que quien estaba en aquella luz, su voluntad quedaba transformada en el Padre, la inteligencia en el Hijo y la memoria en el Espíritu Santo. ¡Cuántas cosas comprendía, pero no sé manifestarlo! ” (Vol. 3. 9 de mayo 1900). • Jesús nos dice : “La mira que tengo sobre ti no es de cosas prodigiosas, y de tantas otras cosas que podría obrar en ti para mostrar mi obra, sino que mi mira es absorberte en mi Voluntad y hacerte una sola cosa con Ella, y hacer de ti un ejemplar perfecto de uniformidad de tu querer con el mío. Este es el estado más sublime, es el prodigio más grande, es el milagro de los milagros lo que de ti quiero hacer. Hija mía, para llegar perfectamente a hacer uno nuestro querer, el alma debe volverse invisible, debe imitarme a Mí, que mientras lleno el mundo con tenerlo absorbido en Mí y con no quedar absorbido en él, me vuelvo invisible y de ninguno me dejo ver. Esto significa que no hay ninguna materia en Mí, sino que todo es purísimo espíritu, y si en mi Humanidad asumida tomé la materia, fue para semejarme en todo al hombre y darle un ejemplar perfectísimo de cómo espiritualizar esta misma materia. Entonces el alma debe espiritualizar todo y llegar a volverse invisible para poder hacer fácilmente una su voluntad con mi Voluntad, porque lo que es invisible puede ser absorbido en otro objeto. De dos objetos con los que se quiere formar uno solo, es necesario que uno pierda la propia forma, de otra manera jamás se llegaría a formar un solo ser. ¡Qué fortuna sería la tuya si destruyéndote a ti misma, hasta hacerte invisible, pudieras recibir una forma toda divina! Es más, tú con quedar absorbida en Mí y Yo en ti, formando un solo ser, vendrías a retener en ti la fuente divina, y como mi Voluntad contiene todo el bien que puede existir, vendrías a retener todos los bienes, todos los dones, todas las gracias, y no tendrías que buscarlos en otra parte sino en ti misma. Y si las virtudes no tienen confines, estando en mi Voluntad según la criatura pueda llegar, encontrará su término, porque mi Voluntad hace llegar a adquirir las virtudes más heroicas y más sublimes que la criatura por sí sola no puede superar. Es tanta la altura de la perfección del alma deshecha en mi Querer, que llega a obrar como Dios, y esto no es de asombrar, porque como no vive más su voluntad en ella, sino la Voluntad de Dios mismo, cesa todo asombro si viviendo con esta Voluntad posee la Potencia, la Sabiduría, la Santidad y todas las otras virtudes que contiene el mismo Dios. Basta decirte, para hacer que tú te enamores y cooperes cuanto puedas por parte tuya para llegar a tanto, que el alma que llega a vivir sólo de mi Querer es reina de todas las reinas y su trono es tan alto, que llega hasta el trono del Eterno, y entra en los secretos de la Augustísima Trinidad y participa en el amor recíproco del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Oh, cómo todos los ángeles y santos la honran, los hombres la admiran y los demonios la temen, descubriendo en ella al Ser Divino!” (Vol. 3. 21 de mayo 1900). Vol. 4. • Luisa nos dice: “Después de haber sufrido un poco, como veía al padre (sacerdote) presente, el Señor ha dicho: “Amada mía, he aquí el símbolo de la Sacrosanta Trinidad: Yo, el padre y tú. Mi Amor desde ‘ab eterno’ jamás ha estado solo, sino siempre unido en perfecta y recíproca unión con las Divinas Personas, porque el verdadero amor jamás está solo, sino que produce otros amores y goza el ser amado por los amores que él mismo ha producido, y si está solo, o no es de la naturaleza del Amor divino, o bien está solo aparentemente. Si supieras cuanto me complazco y me gusta poder continuar en las criaturas aquel Amor que desde ‘ab eterno’ reinaba y reina todavía ahora en la Santísima Trinidad. He aquí el por qué digo que quiero el consentimiento de la intención del confesor unido conmigo, para poder continuar más perfectamente este Amor que simboliza a la Trinidad Sacrosanta.” (Vol. 4. 23 de octubre 1900). • Luisa le dice a otra alma: “La medicina más provechosa y eficaz en las circunstancias más tristes de la vida es la resignación. Tú con desesperarte, en vez de tomar la medicina estás tomando el veneno para matar tu alma. ¿No sabes tú que el remedio más oportuno para todos los males, la cosa principal que nos hace nobles, nos diviniza y nos asemeja a Nuestro Señor y tiene virtud de convertir en dulzura las mismas amarguras es la resignación? ¿Qué cosa fue la Vida de Jesús sobre la tierra sino un continuar el Querer del Padre, y mientras estaba en la tierra estaba unido con el Padre en el Cielo? Así el alma resignada, mientras vive en la tierra, el alma y su voluntad está unida con Dios en el Cielo. ¿Se puede dar cosa más querida y deseable que ésta?” (Vol. 4. 31 de octubre 1900). • “Me parecía que los Tres me decían, pero al salir la palabra formaba una sola voz: “Nuestra naturaleza está formada de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo, y la naturaleza del verdadero Amor tiene como propiedad especial producir de sí mismo imágenes todas semejantes en la Potencia, en la Bondad, en la belleza y en todo lo que él contiene, y sólo para dar un realce más sublime a nuestra omnipotencia pone la marca de la distinción; de modo que esta nuestra naturaleza, derritiéndose en amor, como es simple, sin ninguna materia que pudiera impedir la unión, de ella forma Tres y volviéndose a derretir forma Uno solo. Y es tan cierto que la naturaleza del verdadero Amor tiene esto de producir imágenes todas similares a sí, o de asumir la imagen de quien se ama, que la segunda Persona al redimir al género humano asumió la naturaleza y la imagen del hombre, y comunicó al hombre la Divinidad.” (Vol. 4. 3 de diciembre 1900. La naturaleza de la Santísima Trinidad está formada de Amor purísimo, simplísimo y comunicativo.) • Sobre el nacimiento del Niño Jesús, Luisa nos dice: “Me parecía que tanto la Madre como el Hijo estaban cambiados en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía en sí la Divinidad y le servía como de velo para cubrir a la Divinidad, de modo que abriendo el velo de la naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios: Dios y hombre, hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros y toma carne humana, porque el verdadero amor no se desune jamás. ” (Vol. 4. 25 de diciembre 1900). • Luisa nos dice: “Para poderme explicar mejor según nuestro lenguaje humano, diré que (…) ¿Qué cosa es el sol? No es otra cosa que un globo de fuego; uno es el globo, pero muchos son los rayos, de modo que entonces podemos comprender fácilmente: 1° El globo es Dios; los rayos, los inmensos atributos de Dios. 2°. El sol es fuego, pero al mismo tiempo es luz y es calor, así que la Santísima Trinidad está representada en el sol: El fuego es el Padre, la luz es el Hijo, el calor es el Espíritu Santo, pero uno es el sol; y así como no se puede dividir el fuego de la luz y del calor, así una es la Potencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que entre Ellos no se pueden realmente separar. Y así como el fuego en el mismo instante produce la luz y el calor, así que no se puede concebir el fuego sin concebirse también la luz y el calor, así no se puede concebir al Padre antes del Hijo y del Espíritu Santo y así recíprocamente, tienen los Tres el mismo principio eterno. (Vol. 2. Febrero 28, 1899). Más adelante, continuando con la analogía del sol, Jesús nos dice: “Lo que quiero es que tú estés siempre unida conmigo, como un rayo de sol que está siempre fijo en el centro del sol y que de él recibe la vida, el calor y el esplendor. Supón tú que un rayo se pudiera separar del centro del sol, ¿en qué se convertiría? En cuanto saliera perdería la vida, la luz y el calor y volvería a las tinieblas reduciéndose a la nada. Tal es el alma, mientras está unida conmigo, en mi centro, se puede decir que es como un rayo de sol que vive y recibe luz del sol, camina donde él quiere, en suma, está en todo a disposición y a la voluntad del sol; si después se distrae de Mí, se desune, queda toda en tinieblas, fría, y no siente en sí aquel impulso supremo de Vida Divina.” (Vol. 4. 9 de enero 1901. Jesús la quiere unida a Él como un rayo al sol, del cual recibe la vida, el calor y el esplendor). • Ante los lamentos de Luisa por la privación de Jesús, Él le dice: “También Yo en el curso de mi Pasión sentí un extremo abandono, si bien mi Voluntad estuvo siempre unida con el Padre y con el Espíritu Santo; esto lo quise sufrir para divinizar en todo la cruz, tanto, que contemplándome a Mí y contemplando la cruz encontrarás el mismo esplendor, las mismas enseñanzas y el mismo espejo en el cual podrías reflejarte continuamente, sin diferencia entre uno y otro.” (Vol. 4. 19 de abril 1901). • “Hija mía, ¿quieres saber de dónde comenzó el mal en el hombre? El principio es que el hombre en cuanto se conoce a sí mismo, o sea, empieza a adquirir el uso de la razón, se dice a sí mismo: ‘Yo soy algo’, y creyéndose alguna cosa se separa de Mí, no se fía de Mí que soy el Todo y toda la confianza y fuerza la toma de él mismo, y de esto sucede que pierde hasta todo buen principio, y perdiendo el buen principio, ¿cuál será su fin? Imagínalo tú misma hija mía.” (Vol. 4. 16 de julio 1901). • Dios es también un Espíritu simplísimo (Vol. 6. 17 de diciembre 1903), y sólo porque es simplísimo “se encuentra por todas partes y nada puede huir de su mano”. (Vol. 7. 31 de julio 1906). Jesús también nos explica que en la Redención formó el mundo espiritual: “En la Creación formé el mundo material, y en la Redención formé el mundo espiritual.” (Vol. 4. 9 de febrero 1903). Vol. 6. “La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida conmigo, es si está unida con todos los prójimos. Así como ninguna nota discordante y entremezclada debe existir con aquellos que están visibles en la tierra, así ninguna nota discordante de desunión puede existir con el invisible Dios.” (Vol. 6. 10 de octubre 1905. La señal de que el alma está perfectamente estrechada y unida con Jesús, es si está unida con todos los prójimos). Vol. 7. • Jesús nos dice: “Hija mía, toda la Vida Divina, se puede decir que recibe vida del amor: El amor la hace generar, el amor la hace producir, el amor la hace crear, el amor la hace conservar y da continua vida a todas sus operaciones, así que si no tuviera amor, no obraría y no tendría vida. Ahora, las criaturas no son otra cosa que chispas salidas del gran fuego de Amor, Dios, y su vida recibe vida y actitud de obrar de esta chispa, así que también la vida humana recibe vida del amor; pero no todos se sirven de ella para amar, para obrar lo bello, lo bueno, para todo su obrar, sino que transformando esta chispa la usan: Quien para amarse a sí mismo, quien a las criaturas, quien a las riquezas, y quien hasta a las bestias, todo esto con sumo desagrado de su Creador, que habiendo hecho salir estas chispas de su gran fuego, anhela recibirlas todas de nuevo en Sí, pero más engrandecidas, como otras tantas imágenes de su Vida Divina. Pocos son aquellos que corresponden a la imitación de su Creador.” (Vol. 7. 15 de junio 1906). Vol. 9. • Jesús nos dice: “Hija mía, la “unidad suprema” es cuando el alma llega a tal estrechez de unión con mi Voluntad, que consume cualquier sombra de su querer, de modo que no se discierne más cuál sea mi Querer y cuál el suyo. Así que mi Querer es la vida de esta alma, de manera que cualquier cosa que dispongo tanto sobre ella como sobre los demás, en todo está contenta, cualquier cosa le parece conveniente para ella, la muerte, la vida, la cruz, la pobreza, etc., las mira todas como cosas suyas y que sirven para mantener su vida. Llega a tanto, que aun los castigos no la asustan más, sino que en todo está contenta del Querer Divino, tanto que le parece que si Yo lo quiero ella lo quiere, y si ella lo quiere el Señor lo hace, Yo hago lo que quiere ella, y ella hace lo que quiero Yo. Éste es el último punto de la consumación de tu voluntad en la mía, -que tantas veces te he pedido, y que la obediencia y la caridad hacia el prójimo no te lo han permitido, tanto, que muchas veces Yo he cedido ante ti en no castigar, pero tú no has cedido a Mí, por eso estoy obligado a esconderme de ti, para estar libre cuando la Justicia me forza y los hombres llegan a provocarme para tomar el flagelo en mi mano para castigar a la gente-. Si te tuviera conmigo, con mi Voluntad en el acto de flagelar, tal vez habría disminuido el flagelo, porque no hay potencia mayor ni en el Cielo ni en la tierra, que un alma que en todo y por todo está consumada en mi Voluntad; ésta llega a debilitarme y me desarma como le place. Esta es la “unidad suprema”. Además está la “unidad baja”, en la cual el alma está resignada, sí, pero no ve mis disposiciones como cosa suya, como vida suya, ni se hace feliz en ella, ni pierde su voluntad en la mía. A ésta la veo, sí, pero no llega a enamorarme, ni llego a enloquecer por ella como lo hago con aquellas de la “unidad suprema”. (Vol. 9. 1 de noviembre 1910). Vol. 11. • Jesús nos dice: “Cuando tú otras veces meditabas y tantas bellas reflexiones surgían en tu mente, tú no hacías otra cosa que tomar de Mí parte de mis cualidades y de mis virtudes; ahora, habiéndote quedado sólo el poder unirte y ensimismarte a Mí, tomas de Mí todo, y no siendo buena para nada conmigo eres buena para todo, porque conmigo quieres el bien de todos, y sólo con el desear, el querer el bien, produce en el alma una fortaleza que la hace crecer y la fija en la Vida Divina. Además, con unirse y ensimismarse conmigo, se une con mi mente y así tantas vidas de pensamientos santos produce en las mentes de las criaturas; conforme se une con mis ojos, así produce en las criaturas tantas vidas de miradas santas; así si se une con mi boca dará vida a las palabras, si se une a mi corazón, a mis deseos, a mis manos, a mis pasos, así a cada latido dará una vida, vida a los deseos, a las acciones, a los pasos, pero vidas santas, porque conteniendo en Mí la potencia creadora, junto conmigo el alma crea y hace lo que hago Yo. Ahora, esta unión conmigo, parte por parte, mente por mente, corazón por corazón, etc., produce en ti, en grado más alto, la Vida de mi Voluntad y de mi Amor, y en esta Voluntad viene formado el Padre, en el Amor el Espíritu Santo, y del obrar, de las palabras, de las obras, de los pensamientos y de todo lo demás que puede salir de esta Voluntad y de este Amor viene formado el Hijo, y he aquí la Trinidad en las almas, así que si debemos obrar, es indiferente obrar en la Trinidad en el Cielo o en la Trinidad de las almas en la tierra. He aquí el por qué voy quitándote todo lo demás, si bien cosas buenas y santas: Para poderte dar lo más bueno y lo más santo, que soy Yo mismo, y poder hacer de ti otro Yo mismo, en cuanto a criatura es posible. Creo que no te lamentarás más, ¿no es verdad?” (Vol. 11. 12 de junio 1913). • Jesús nos dice: “Viéndote muchas veces que no sabes hacer bien lo que haces, Yo estoy esperando que me llames y me digas: ‘Quiero hacer esta cosa y no sé hacerla, ven Tú a hacerla junto conmigo y todo sabré hacer bien.’ Por ejemplo: ‘Quiero amar, ven junto conmigo a amar; quiero rezar, ven Tú a rezar junto conmigo; quiero hacer este sacrificio, ven Tú a darme tu fuerza pues yo me siento débil.’ Y así de todo lo demás, y Yo con mucho gusto, con sumo placer mío me prestaría a todo.” (Vol. 11. 20 de agosto 1912). • Jesús nos dice: “No puede haber verdadero Amor si no recibe vida, alimento de mi Voluntad, así que mi Voluntad unida al amor es la que forma la verdadera transformación conmigo, pues el alma está en continuo contacto con mi Potencia, con mi Santidad y con todo lo que Yo soy, así que puede decir que es otro Yo. Todo es precioso, todo es santidad para aquella alma; se puede decir que su respiro, el contacto con la tierra que pisa es precioso, es santo, porque no son otra cosa que efectos de mi Querer.” (Vol. 11. 28 de agosto 1912). • Jesús nos dice: “En mi Voluntad están todos los bienes posibles, y el alma que vive en Ella es necesario que esté con confianza obrando junto conmigo como dueña. Todo esperan las criaturas de esta alma, y si no lo tienen se sienten defraudadas, ¿y cómo puede dar si no está con toda confianza obrando junto conmigo? Por eso al alma que vive en mi Voluntad le es necesaria la confianza para dar, la simplicidad para comunicarse a todos, con el desinterés de sí para poder vivir toda para Mí y para el prójimo. Tal soy Yo.” (Vol. 11. 20 de agosto 1913). • “Hija mía, la unión de nuestros quereres es tanta, que no se distingue cuál sea el querer del Uno y cual el del Otro; y esta unión de Voluntad, que forma toda la perfección de las Tres Divinas Personas, porque como somos uniformes en la Voluntad, esta uniformidad lleva uniformidad de Santidad, de Sabiduría, de Belleza, de Potencia, de Amor y de todo lo demás de nuestro Ser, así que nos vemos como en un espejo recíprocamente Uno en el Otro, y es tanta nuestra complacencia al mirarnos, que nos vuelve plenamente felices. Entonces Uno reverbera en el Otro, y cada cualidad de nuestro Ser, como tantos mares inmensos diferentes en sus gozos, uno descarga en el otro, por eso, si alguna cosa fuera disímil entre Nosotros, nuestro Ser no podría ser ni perfecto ni plenamente feliz. (Vol. 11. 8 de febrero 1915). Vol. 12. • ”Vivir en el Divino Querer significa inseparabilidad, no hacer nada por sí mismo, porque delante al Divino Querer se siente incapaz de todo, no pide órdenes ni las recibe, porque se siente incapaz de ir solo y dice: “Si quieres que haga, hagamos juntos, y si quieres que vaya, vayamos juntos.” Así que hace todo lo que hace el Padre: Si el Padre piensa, hace suyos los pensamientos del Padre y no hace ni un pensamiento de más de los que hace el Padre; si el Padre mira, si habla, si obra, si camina, si sufre, si ama, también ella mira lo que mira el Padre, repite las palabras del Padre, obra con las manos del Padre, camina con los pies del Padre, sufre las mismas penas del Padre y ama con el amor del Padre; vive no fuera sino dentro del Padre, así que es el reflejo y el retrato perfecto del Padre; lo que no es para quien vive solamente resignado. A este hijo es imposible encontrarlo sin el Padre, ni al Padre sin él, y no sólo externamente, sino que todo su interior se ve como entretejido con el interior del Padre, transformado, perdido todo, todo en Dios. ¡Oh, los vuelos rápidos y sublimes de este hijo en el Querer Divino! Este Querer Divino es inmenso, a cada instante circula en todos, da vida y ordena todo, y el alma espaciándose en esta inmensidad vuela hacia todos, ayuda a todos, ama a todos, pero como ayuda y ama el mismo Jesús, lo que no puede hacer quien vive sólo resignado, así que a quien vive en el Divino Querer le es imposible hacer por sí sólo; es más, siente náusea de su obrar humano, aunque sea santo, porque en el Divino Querer las cosas, aún las más pequeñas, toman otro aspecto, adquieren nobleza, esplendor, santidad divina, potencia y belleza divinas, se multiplican al infinito y en un instante hace todo y después que ha hecho todo dice: “No he hecho nada, lo ha hecho Jesús, y este es todo mi contento, que miserable cual soy, Jesús me ha dado el honor de tenerme en el Divino Querer para hacerme hacer lo que ha hecho Él.” Así que el enemigo no puede molestar a esta hija haciéndola dudar en si ha hecho bien o mal, poco o mucho, porque todo lo ha hecho Jesús y ella junto con Jesús. Ésta es la más pacífica, no está sujeta a ansiedades, no ama a ninguno y ama a todos, pero divinamente, se puede decir: “Es la repetidora de la Vida de Jesús, el órgano de su voz, el latido de su corazón, el mar de sus gracias.” (Vol. 12. 14 de agosto 1917). • Jesús nos dice: “Yo soy todo Amor, soy como una fuente que no contiene otra cosa que amor, y todo lo que podría entrar en esta fuente pierde sus cualidades y se vuelve amor, así que en Mí la Justicia, la Sabiduría, la Bondad, la Fortaleza, etc., no son otra cosa que Amor, ¿pero quién dirige esta fuente, este Amor y todo lo demás? ¡Mi Querer! Mi Querer domina, rige, ordena, así que todas mis cualidades llevan el sello de mi Querer, la Vida de mi Voluntad, y donde encuentran mi Querer hacen fiesta, se besan mutuamente; donde no, enfadadas se retiran. Ahora hija mía, quien se deja dominar por mi Voluntad y vive en mi Querer, hace vida en mi misma fuente, siendo casi inseparable de Mí, y todo en él se cambia en amor, así que amor son los pensamientos, amor la palabra, el latido, la acción, el paso, todo; para él es siempre día; pero si se separa de mi Voluntad, para él es siempre noche y todo lo humano, las miserias, las pasiones, las debilidades, salen en campo y hacen su trabajo, pero qué clase de trabajo, trabajo para llorar.” (Vol. 12. 9 de julio 1918. Quien vive en el Divino Querer hace vida en la fuente de Amor de Jesús). • Luisa nos dice: “Estaba pensando cuando mi Jesús, para dar principio a su dolorosa Pasión quiso ir con su Mamá a pedirle su bendición, y el bendito Jesús me ha dicho: “Hija mía, cuántas cosas dice este misterio, Yo quise ir a pedir la bendición a mi amada Mamá para darle ocasión de que también Ella me la pidiera a Mí. Eran demasiados los dolores que debía soportar, y era justo que mi bendición la reforzara. Es mi costumbre que cuando quiero dar, pido; mi Mamá me comprendió inmediatamente, tan es verdad, que no me bendijo sino hasta que me pidió mi bendición, y después de haber sido bendecida por Mí, me bendijo Ella. Pero esto no es todo, para crear el universo pronuncié un Fiat, y con ese solo Fiat reordené y embellecí cielo y tierra. Al crear al hombre, mi aliento omnipotente le infundió la vida. Al dar principio a mi Pasión, quise con mi palabra creadora y omnipotente bendecir a mi Mamá, pero no era sólo a Ella a quien bendecía, en mi Mamá veía a todas las criaturas, era Ella quien tenía el primado sobre todo, y en Ella bendecía a todas y a cada una, es más, bendecía cada pensamiento, palabra, acto, etc., bendecía cada cosa que debía servir a la criatura, al igual que cuando mi Fiat Omnipotente creó el sol, y este sol sin disminuir ni en su luz ni en su calor continúa su carrera para todos y para cada uno de los mortales, así mi palabra creadora, bendiciendo quedaba en acto de bendecir siempre, siempre, sin cesar nunca de bendecir, como jamás cesará de dar su luz el sol a todas las criaturas. Pero esto no es todo aún, con mi bendición quise renovar el valor de la Creación, quise llamar a mi Padre Celestial a bendecir para comunicar a la criatura la Potencia, quise bendecirla a nombre mío y del Espíritu Santo para comunicarle la Sabiduría y el Amor, y así renovar la memoria, la inteligencia y la voluntad de la criatura, restableciéndola como soberana de todo. Debes saber que al dar, quiero, y mi amada Mamá comprendió y súbito me bendijo, no sólo por Ella sino a nombre de todos. ¡Oh! si todos pudieran ver esta mi bendición, la sentirían en el agua que beben, en el fuego que los calienta, en el alimento que toman, en el dolor que los aflige, en los gemidos de la oración, en los remordimientos de la culpa, en el abandono de las criaturas, en todo escucharían mi palabra creadora que les dice, pero desafortunadamente no escuchada: ‘Te bendigo en el nombre del Padre, de Mí, Hijo, y del Espíritu Santo, te bendigo para ayudarte, te bendigo para defenderte, para perdonarte, para consolarte, te bendigo para hacerte santo.’ Y la criatura haría eco a mis bendiciones, bendiciéndome también ella en todo. Estos son los efectos de mi bendición, de la cual mi Iglesia enseñada por Mí, me hace eco, y en casi todas las circunstancias, en la administración de los Sacramentos y en otras ocasiones da su bendición.” (Vol. 12. 28 de noviembre 1920). Vol. 13. • Jesús nos dice: “Tú debes saber que mi Voluntad debe ser como alma al cuerpo; mira, también en Nosotros sucede esto, entre las Tres Divinas Personas, (1) nuestro Amor es grande, infinito, eterno, pero si no tuviéramos una Voluntad que anima y da vida a este Amor, nuestro Amor estaría sin vida, sin obras; (2) nuestra Sabiduría llega a lo increíble, (3) nuestro Poder puede pulverizar todo en un minuto, y en otro minuto puede rehacerlo todo; pero si no tuviéramos una Voluntad que quisiera manifestar la maestría de nuestra Sabiduría, como la manifestó en la Creación, en la cual todo ordenó y armonizó junto, y con su Poder le dio su lugar, en tal modo que no puede apartarse ni un tantito, tanto mi Sabiduría como mi Poder habrían estado sin hacer nada, y así de todos nuestros demás atributos. Ahora, así lo quiero, que mi Voluntad sea como alma al cuerpo; el cuerpo sin el alma está sin vida, a pesar de que contiene todos los sentidos, pero no ve, ni habla, ni siente, ni obra, es casi una cosa inservible y tal vez aún insoportable, pero si está animado, ¿cuántas cosas no puede hacer? Y ¡oh! cuántos se vuelven inservibles e insoportables porque no están animados por mi Voluntad, parecen como instalaciones eléctricas sin luz, como máquinas sin movimiento, cubiertas de herrumbre y de polvo y casi impotentes al movimiento, ¡ah, cómo dan piedad! Entonces, cada cosa que no está animada por mi Voluntad es una vida de santidad que viene a faltar, por eso quiero ser en ti como alma al cuerpo, y mi Voluntad hará nuevas sorpresas de creaciones, da nueva vida a mi Amor, nuevas obras y maestría de mi Sabiduría, y da nuevo movimiento a mi Poder. Por eso sé atenta y déjame hacer, a fin de que cumpla mi gran designio: Que la criatura sea animada por mi Voluntad.” (Vol. 13. 27 de octubre 1921). Vol. 15. • “Hija mía, Mi Voluntad en el Cielo contenía al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; una era la Voluntad de las Tres Divinas Personas, mientras eran distintas entre Ellas, pero la Voluntad era una, y esta, siendo la única que obraba en Nosotros formaba toda nuestra felicidad, nuestra igualdad de Amor, de Potencia, de Belleza, etc. Si en vez de una Voluntad fueran tres Voluntades, no podríamos ser felices, mucho menos volver felices a los demás; habríamos sido desiguales en la Potencia, en la Sabiduría, en la Santidad, etc., así que nuestra única Voluntad, obrante en Nosotros, es todo nuestro bien, del cual brotan tantos mares de felicidad, que ninguno puede penetrar hasta el fondo. (Vol. 15. 24 de enero 1923). Vol. 16. • “El origen de mi Voluntad es eterno, jamás entró el dolor en Ella; entre las Divinas Personas esta Voluntad estaba en suma concordia, es más, era una sola; en cada acto que emitía fuera, tanto ad intra cuanto ad extra, nos daba infinitas alegrías, nuevos contentos, felicidad inmensa, y cuando quisimos poner fuera la máquina de la Creación, ¿cuánta gloria, cuántas armonías y honor no nos dio? En cuanto brotó el Fiat, este Fiat difundió nuestra Belleza, nuestra Luz, nuestra Potencia, el orden, la armonía, el Amor, la Santidad, todo, y Nosotros quedamos glorificados por las mismas virtudes nuestras, viendo por medio de nuestro Fiat el florecimiento de nuestra Divinidad reflejada en todo el universo. Nuestro Querer no se detuvo, henchido de amor como estaba quiso crear al hombre. “(Vol. 16. 24 de noviembre 1923). Vol. 19. • Y Dios es Espíritu comunicativo: Las tres potencias del alma son “los vínculos de comunicación con las Divinas Personas de la Trinidad Sacrosanta”, como caminos para subir a Dios, como puertas para entrar, como habitaciones para formar la continua morada, la criatura a Dios y Dios a la criatura. (Vol. 19. 12 de agosto 1926). Vol. 24. • “Buscaba ayuda de todos para que hicieran regresar a Jesús, pero Él no venía, y yo seguía mi giro en su adorable Voluntad y siguiendo sus actos que hizo estando sobre esta tierra, me he detenido cuando Jesús bendecía a los niños, bendecía a su Mamá Celestial, bendecía a las turbas y demás, y yo rogaba a Jesús que bendijera a esta su pequeña hija que tanto tenía necesidad de esta bendición, y Él, moviéndose en mi interior y alzando su brazo en acto de bendecirme me ha dicho: “Hija mía, te bendigo de corazón en el alma y en el cuerpo, mi bendición sea la confirmación de nuestra semejanza en ti, ella te confirma lo que la Divinidad hizo en la creación del hombre, esto es, nuestra semejanza, por eso tú debes saber que en el curso de mi Vida mortal, en cada cosa que Yo hacía bendecía siempre, era el primer acto de la Creación que Yo llamaba nuevamente sobre las criaturas, y para confirmarlo, bendiciendo invocaba al Padre, al Verbo y al Espíritu Santo. Los mismos Sacramentos están animados por estas bendiciones e invocaciones, así que mientras ésta llama la semejanza del Creador en las almas, llama junto la Vida de mi Divina Voluntad, para que regrese como en el principio de la Creación a reinar en las almas, porque sólo Ella tiene virtud de pintar en ellas, a lo vivo, la semejanza de Aquél que las ha creado, de hacerlas crecer y conservarlas con los vivos colores divinos. Mira entonces qué significa bendición: ‘Confirmación de nuestra obra creadora, porque la obra que Nosotros hacemos una vez, está tan llena de sabiduría, de sublimidad y belleza, que amamos el repetirla siempre.’ Y si nuestra bendición no es otra cosa que el suspiro de nuestro corazón de ver reintegrada nuestra imagen en las criaturas, y la repetición nuestra confirma lo que queremos hacer; la señal de la cruz que la Iglesia enseña a los fieles, no es otra cosa que impetrar por parte de las criaturas nuestra semejanza, y por eso haciendo eco a nuestra bendición repite: ‘En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.’ Así que sin conocerlo, la Iglesia con todos los fieles armonizan con el Eterno Creador y quieren la misma cosa; Dios con bendecir y pronunciar las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo quiere dar su semejanza, las criaturas la impetran con el hacerse la señal de la cruz pronunciando las misma palabras.” (Vol. 24. 29 de julio 1928). Vol. 35.
• Jesús dice: “El vivir en nuestro Querer es unidad, tanto, que si la criatura ama, Dios está a la cabeza de su amor, así que el amor del uno y de la otra es uno solo; si piensa, Dios está a la cabeza de su pensamiento; si habla, Dios es principio de su palabra; si la criatura obra, Dios es el primer actor y obrador de sus obras; si camina, Dios se pone a la cabeza de sus pasos. Por eso el vivir en mi Voluntad no es otra cosa que la vida de la criatura en Dios, y la de Dios en ella (Vol. 35. 15 de agosto de 1937).
• “El verdadero amor, cuando es perfecto, comienza por sí mismo, el verdadero modelo es la Trinidad Sacrosanta: Mi Padre Celestial se amó a Sí mismo, y en su Amor Generó a su Hijo, cuando se amó a Sí mismo en el Hijo. Yo, su Hijo, me amé a Mí mismo en el Padre, y de este Amor procedió el Espíritu Santo. En este amarse a Sí mismo, el Padre Celestial generó un solo Amor, una sola Potencia y Santidad, y así de todo lo demás, y vinculó la unión inseparable de las Tres Divinas Personas.” (Vol. 35. 19 de octubre 1937). • Y, “mi Padre Celestial me Generó en el amor, y a quien me ama y no deja escapar nada de nuestro Amor, me lo siento conmigo en acto de darme y recibir amor continuo.” (Vol. 35. 10 de abril 1938). Vol. 36. • También nos dice: “Mi Padre Celestial me generaba, y Yo lo amaba, y en aquél Amor te amaba también a ti, porque mi Voluntad te llevaba siempre presente. Yo Genero continuamente, y del arrebato e ímpetu de nuestro Amor de Padre e Hijo procedió el Espíritu Santo, y en aquel arrebato te amé también a ti con Amor continuo.” (Vol. 36. 18 de julio 1938). • “Mi Voluntad es vida, mi Amor es alimento. La vida no puede estar sin el alimento, y si existiese el alimento sin la vida que lo toma, se volvería inútil, y Dios cosas inútiles no sabe hacer. La vida hace surgir el alimento, así que la una y el otro se vuelven necesarios. La vida no puede formarse, ni crecer, ni desarrollar sus obras grandes sin alimentarse; el alimento quedaría sin obras, sin dar de sí en cosas maravillosas si no tuviese una vida que lo recibe. Además de esto, mi Voluntad es luz, el Amor es calor, inseparables entre ellos, no puede estar la luz sin el calor, ni el calor sin la luz, parece que sean gemelos, nacidos en un parto; sin embargo, la primera en nacer es la luz y después surge el calor, así que el calor es hijo de la luz. Así mi Voluntad tiene su acto primero, el Amor es su hijo predilecto, su primogénito inseparable. Si mi Voluntad no quiere, no se mueve, no quiere obrar, entonces el Amor se está escondido dentro de su Mamá sin hacer nada; en cambio, si mi Voluntad quiere obrar, el Amor corre, vuela, es todo ojo, movimiento, obras y pasos, sin cansarse jamás. Así también en la criatura, si se hace mover por mi Voluntad tendrá verdadero amor, será firme, constante e irremovible en el bien; pero si no está animada por Ella, su amor será un amor pintado, sin vida, inconstante; pobre amor, donde no está la Vida de mi Voluntad, el bien, las obras que hará estarán expuestas al frío intenso, a las heladas nocturnas, al sol ardiente, los cuales tienen virtud de quemar y hacer secar las obras más bellas. Mira entonces hija mía la diferencia entre mi Voluntad y el Amor, no puede nacer el hijo sin la madre, por eso lo que más te debe importar es el poseer su Vida si no quieres ser estéril en el bien, sin generación, para poder poblar Cielo y tierra.” (Vol. 36. 24 de julio 1938). • “Vivir en nuestro Querer, ser amados, es todo para Nosotros, mucho más que el Amor de Nosotros mismos forma nuestro alimento continuo. Mi Padre Celestial genera sin cesar jamás a su Hijo, porque ama; con el generarme forma el alimento para alimentarnos. Yo, su Hijo, amo con su mismo Amor y procede el Espíritu Santo, con esto formamos otro alimento para alimentarnos. Si creamos la Creación fue porque amamos, y si la sostenemos con nuestro acto creante y conservante, es porque amamos; este Amor nos sirve de alimento. Si queremos que la criatura nos conozca en nuestras obras y en Nosotros mismos, es porque queremos ser amados, y de este amor nos servimos para alimentarnos. No despreciamos jamás el amor, con tal que sea amor, nos sirve, es cosa nuestra, nuestro Amor se sacia con el ser amado, y habiendo hecho todo por amor, queremos que Cielo y tierra, todas las criaturas, sean para Nosotros todo amor, y si no son todo amor entra el dolor, que nos hace llegar al delirio, porque amamos y no somos amados” (Vol. 36. 18 de diciembre 1938). • En otro momento, Jesús habla de la Inmaculada Concepción de María: “Debes saber que junto conmigo descendieron el Padre y el Espíritu Santo; mientras Yo quedé con Ellos en el Cielo, Ellos descendieron conmigo a la tierra. Somos inseparables y aunque Nosotros mismos lo quisiéramos, no podemos separarnos, a lo más nos bilocamos, y mientras tenemos nuestro trono en el Cielo, formamos nuestro trono en la tierra, pero separarnos jamás.”(Vol. 36. 25 de diciembre 1938). NUMERALES DE CATECISMO POR ORDEN NUMERICO Numeral 232: Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt28, 19). Antes responden "Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium christianorum in Trinitate consistit ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad") (San Cesáreo de Arlés, Expositio symboli [sermo 9]: CCL 103, 48). Numeral 233: Los cristianos son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y no en "los nombres" de éstos (cf. Virgilio, Professio fidei (552): DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad. Numeral 234: “El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43). "Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo" (DCG 47). Numeral 236: “(…) Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar (…)”. Numeral 249: “la verdad revelada de la santa Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del Bautismo”. Numeral 253: “La Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten (no se dividen) la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). Numeral 254: “Las Personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre", "Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 530). Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede." (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es Trina. Numeral 255: “Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia" (Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Concilio de Florencia, año 1442: DS 1331). Numeral 256: A los catecúmenos de Constantinopla, san Gregorio Nacianceno, llamado también "el Teólogo", confía este resumen de la fe trinitaria: «Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje [...] Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero [...] Dios los Tres considerados en conjunto [...] No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo... (Orationes, 40,41: PG 36,417). Numeral 266: "La fe católica es ésta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad" (Símbolo "Quicumque": DS , 75). Numeral 267: “Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo.” Numeral 691: “Espíritu” y “Santo” son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas ».
PROVERIOS 8, 22 y sgtes. 22. «Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas.
23.Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra.
24. Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua.
25. Antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada.
26. No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe.
27. Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,
28. cuando arriba condensó las nubes, cuando afianzó las fuentes del abismo,
29. cuando al mar dio su precepto - y las aguas no rebasarán su orilla - cuando asentó los cimientos de la tierra,
30. yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo,
31. jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres.»
32. «Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos.
33. Escuchad la instrucción y haceos sabios, no la despreciéis.
34. Dichoso el hombre que me escucha velando ante mi puerta cada día, guardando las jambas de mi entrada.
35. Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahveh. 36. Pero el que me ofende, hace daño a su alma; todos los que me odian, aman la muerte.» Nota: En cuanto a la interpretación de Proverbios 8 hay suficiente consenso entre los padres y los teólogos escolásticos respecto al significado de los nombres Palabra y Sabiduría aplicados al Hijo, para considerar la procesión de la Segunda Persona como al menos teológicamente cierta, sino una verdad revelada (Francisco Suarez, “De Trin.”, I, V, p 4; Petavio, VI, I, 7, Franzein, “De trin.”, Tesis XXVI).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario